Ámsterdam me impactó desde que puse un pie en el aeropuerto Schiphol. Es una ciudad realmente maravillosa que mezcla muy bien todos sus avances con el estilo antiguo de sus casas angostas y canales que se pueden ver en su zona céntrica.
Originalmente un pequeño pueblo pesquero en una zona pantanosa y con un clima poco amigable donde llueve muchísimo y los días de sol pleno son contados calculando en promedio unos 30-40 días de sol anuales. Hoy es un lugar de proyección internacional, tanto económica como culturalmente y muy famosa por algunas leyes que ofrecen ciertas libertades que hoy tal vez sean más comunes en otros lados pero que en su momento fueron más vanguardistas.
En Ámsterdam lo que más hay es agua y bicicletas, porque si en su momento fueron noticia por esas libertades, hace tiempo que son noticia por haber hecho un cambio en su forma de transportarse dando prioridad a la "tracción a sangre" y con leyes que hacen que tener un vehículo de motor sea realmente poco atractivo. Esta forma de moverse tiene muchos beneficios en la salud de sus habitantes, el costo de mantenimiento de la infraestructura, la baja en las emisiones y la felicidad de su población.
Y fue justamente haciendo un tour en bici que pude visitar otra zona de Ámsterdam, muy distinta del bullicio de la zona céntrica. Porque hablamos de una ciudad muy turística donde suele haber muchos visitantes.
Entonces fuimos a un parking subterráneo exclusivo de bicicletas, imaginen el parking de un shopping pero en vez de autos son miles de bicicletas colgadas o enganchadas y una oficina de alquiler. Lo curioso es que para sacar la bici y no tener que llevarla en andas por la escalera de entrada, hay unas pequeñas rampas a los costados con el ancho de las ruedas donde uno calza la bicicleta y va subiendo cómodo mientras la bici rueda al costado sin tener que hacer un mayor esfuerzo.
Partimos desde la zona Oosterdok hacia la estación central (Amsterdam Centraal) y ahí nos subimos a unos ferries gratuitos que te cruzan la bahía de Ij, hacia el norte de la ciudad. Obviamente que el ferry se cruza con la bici y pasan cada unos quince minutos. Y ahí el panorama cambia radicalmente, dejamos un poco la ciudad y pasamos a zonas amplias con parques y mucho verde, con algunas pequeñas urbanizaciones cada tanto.
Y fue por ahí, luego de bajar del ferry y avanzar unos tres kilómetros que nos encontramos con el Krijtmolen D’Admiraal. El D'Admiraal es un molino de tiza construido en 1792 por Elisabeth Admiraal a la joven edad de 90 años. Pagó 350 florines por el terreno donde construiría el molino. Para que tengan idea el florín fue la moneda en Países Bajos desde el siglo XVII hasta 2002 cuando llegó el euro. Desde su construcción y hasta 1942 el molino molió tiza para utilizar en pintura y por esto era que siempre había una fina capa de tiza blanca sobre el molino y los alrededores entonces se decía, muy románticamente, que estaba cubierto de una nieve eterna.
El último molinero que vivió en el molino fue Daniël Melchers que estuvo moliendo tiza desde 1897 a 1954 y se jubiló a sus 87 años. O sea que el molino estuvo operativo desde 1792 hasta 1954, más de 150 años "trabajando". Pero esperen, porque con la retirada de Daniël el molino fue restaurado y retomó su funcionamiento en 1967. Todavía funciona, aunque ahora con un molinero voluntario, que lo hace andar cada cierto tiempo. Siendo al día de hoy el único molino de tiza que aún usa energía eólica.
El D'Admiraal es el único sobreviviente de 14 molinos que había en la zona y fue gracias a los vecinos de la zona que crearon una fundación para rescatarlo y restaurarlo tras la retirada de Melchers.Hoy es monumento nacional y está abierto a visitantes.
Esta zona de Ámsterdam está muy linda realmente, permite salir un poco del bullicio y relajarse un rato mientras se aprende un poco y se pedalea por lugares muy bonitos. Siempre con el agua acompañando a un costado y cruzando pequeños puentecitos y montoncitos de casas que no se si llamarlos pueblitos o son simplemente barrios o suburbios de la misma ciudad.
Y con esta foto final del recorrido damos por cerrado este pequeño post dedicado al último molino que va quedando en pie en el lugar y que ha permanecido ahí por más de 230 años siendo testigo de guerras y del progreso de un país realmente de avanzada.
Ah, y antes de irme recomendar un lugar increíble para quedarse en Ámsterdam, siempre y cuando vayan en primavera o verano y por al menos tres días ya que, si bien las distancias son cortas, queda lejos del centro y hay que tomar dos transportes para ir a la ciudad, uno propio del lugar que los deja en la estación de trenes de Holendrecht y luego el tren que los va a pasar, por ejemplo, por el estadio del Ajax.
¡Gracias por leer!