Ubatuba es uno de esos lugares que uno no tiene en el radar, al menos nosotros no lo teníamos y tampoco recuerdo muy bien de dónde lo sacamos. Cuando uno piensa en São Paulo, suele imaginarse una ciudad enorme, una de las más pobladas del mundo, pero nunca se asocia con la playa. Pero claro, São Paulo, además de ser una ciudad, es un estado y bastante más grande que varios países. Y en ese estado tan grande también hay playas, ya que el litoral tiene costas sobre el océano Atlántico.
Antes de seguir, en este post utilicé fotos de otros que están debidamente acreditadas, porque las nuestras no estaban muy buenas realmente.
Así que un día nos subimos a un avión para hacer Montevideo - São Paulo y allí mismo, en el aeropuerto de Guarulhos, tomamos el bus Pássaro Marrom que, unas 5-6 horas después, nos dejó en la rodoviária de Ubatuba con una sola parada. Prácticamente hasta São José dos Campos, que es una ciudad un poco antes de la mitad del viaje, todo el trayecto es recto y urbano, lo que muestra un poco la inmensidad de la metrópoli paulista, pero después de ahí la cosa se vuelve un poco más natural porque se dobla con destino al litoral y ahí se pasa por varias ciudades/balnearios más hasta llegar a Ubatuba, que me animo a decir es la última que se puede considerar ciudad antes de llegar al estado de Río de Janeiro. Después hay algunas poblaciones más por la costa, pero son bastante más pequeñas. Y se van a cruzar con un par de "uba" más porque en el camino se pasa por Caraguatatuba y Maranduba.
En todo esto cometimos un error que fue llegar a Ubatuba casi a la medianoche, lo que hizo un poco difícil conseguir traslado desde la terminal de buses hasta la posada donde nos íbamos a quedar. Así que les recomendaría que tengan en cuenta ese detalle antes de ir; de repente, conviene dormir una noche en la zona de Guarulhos para salir temprano. Pero salvado ese detalle, llegamos a la preciosa Ilha de Itaka que iba a ser nuestro alojamiento por los próximos días. Ah, también hay un pequeño aeropuerto, pero sinceramente no sé si llegan vuelos comerciales. Y, obviamente, se puede llegar fácilmente también desde Río de Janeiro.
Recomiendo mucho este alojamiento por relación precio-calidad, ubicación, desayuno, y además tiene piscina. Pero como si esto fuera poco, el dueño, Pietro, es un genio. Un veterano italiano que llegó a Brasil por trabajo varias décadas atrás y terminó enamorado e instalado ahí. Pietro nos prestó su propia bici (y la de su esposa) para pasear por la ciudad y nos sacó los pasajes a Paraty, que era nuestro próximo destino; se equivocó, fue y los cambió, ¡un genio!
Si uno mira un mapa, Ubatuba está como dividida en tres partes. La parte sur es zona de condominios y hoteles y es donde está Praia Grande, que es la playa quizás más visitada de la ciudad. Luego, la zona central es la más turística con muchas posadas, restaurantes y otras atracciones como el acuario, que es, a mi parecer, la zona más bonita y cómoda para quedarse, aunque la playa que está en esa zona no es muy linda; de hecho, casi no se ve a nadie aprovechándola. Y, por último, más al norte está el centro que es más urbano. Después viene una cuarta zona que se llama Perequê-Açu que no llegamos a visitar.
Lo primero que notamos es que el 90% (o más) del turismo es interno y que la gente suele moverse en auto para llegar y andar por la vuelta, cosa que no era nuestro caso, pero es muy sencillo manejarse en el transporte público o también en bicicleta porque la costa, por ejemplo, cuenta con ciclovía y si bien puede llegar a haber bastante tránsito en algunos momentos, es bastante tranquilo y organizado. Y créanme que van a necesitar trasladarse porque la mayoría de los atractivos no están en la ciudad en sí, sino en sus alrededores.
Pero bueno, vamos a pasear un poco de una vez. Como les comentaba más arriba, Praia Grande es probablemente la más concurrida, probablemente por estar bien enfrente a la mayoría de los condominios. Se puede llegar a encontrar mucha (pero mucha en serio) gente en el lugar, pero como le hace honor a su nombre, es bastante grande y no termina siendo incómoda. Nosotros llegamos en las bicis que nos prestó Pietro sin problemas y hay bicicleteros para dejarlas aparcadas y trancadas. Es una playa normal, con un oleaje más bien tranquilo, tiene muchos bares sobre la calle y también hay varios vendedores ambulantes de pão de queijo, açaí, cerveza estupidamente gelada y todo lo típico de las playas brasileras. Además, si llegan hasta el final, bien al sur, hay un par de miradores en la subida al morro que separa Praia Grande de Praia das Toninhas.
En la zona donde nos quedamos hay muchísimas opciones para comer, sobre todo muchos buffets por kilo que, si uno anda con un presupuesto un poco limitado, como era nuestro caso, te salvan bastante la cabeza. Además, está el acuario que no es como esos acuarios tremendos que puede haber en otros lados, pero es un lindo paseo y en la parte de afuera enfrente hay una plaza con un esqueleto de ballena completo, juegos infantiles y se puede aprovechar el espacio verde como para relajarse un rato frente al mar. Fue en nuestra visita al acuario que tuve una charla sobre la lluvia con la recepcionista de la posada, porque en Ubatuba llueve mucho, y me dijo que ella creía que no iba a llover, pero cuando salimos del acuario no saben la cantidad de agua que caía y terminó lloviendo (aunque espaciado y suave) por unos tres días.
Por Ubatuba pasa el Trópico de Capricornio, la línea imaginaria que junto al Trópico de Cáncer (hemisferio norte) delimita la zona intertropical. Hay una plaza con un monumento al respecto y se pueden parar sobre la línea y decir "ahora estoy en la zona tropical y ahora no estoy en la zona tropical". Y en la vuelta hay una feria de artesanos, plaza de eventos y otras atracciones. Si siguen desde ahí hacia el norte pueden llegar hasta el Farol do Cruzeiro que es como un muelle que entra hacia el mar y al final hay un pequeño faro con un mirador ideal para el atardecer. Ahí, la ciudad se divide con el Río Grande y empieza la zona de la playa de Perequê-Açu, pero no llegamos a ir. Ah, en el centro hay una iglesia bien del estilo colonial brasileño.
La municipalidad de Ubatuba se ubica dentro del Parque Estadual da Serra do Mar, así que si quieren un poco más de aventura hay que moverse por los alrededores de la ciudad y para eso la opción más económica es el transporte público local. La rodoviária no es la misma por la que se llega a la ciudad, es otra que está aproximadamente a una cuadra y media y la van a reconocer porque es más grande y porque la compañía se llama Verdebus. Nosotros íbamos caminando hasta ahí. Para que se hagan una idea, hay más de 100 playas, cascadas, senderos, y más; y es considerada la capital del surf del estado de São Paulo.
Funciona muy bien el transporte público y es una oportunidad de compartir un poco más por dentro con los locales porque no se ven casi turistas usando este medio. Se hace fila para subir, pero lo gracioso es que muchas veces se ve a alguien entrar con su bolso por la puerta de atrás y volver a bajar para hacer la fila ¿saben por qué? Porque entran, se guardan asiento con sus cosas y después ya tienen lugar "reservado". Una vez vimos a uno subir con una sandía enorme que dejó guardando su lugar. La ciudad está muy bien conectada, ya que pasa por ahí la BR-101 que va desde Río Grande (ciudad) hasta Natal, uniendo casi todo el litoral brasileño. Y fue por esa misma ruta que fuimos a la Cachoeira do Prumirim, una cascada hermosa con piscinas naturales, agua bien fresca, muy tranquila y segura. Como está enseguida de la ruta, uno se baja del bus y hace una pequeña trilha toda en bajada hasta llegar al lugar. Traten de ir lo más temprano posible porque pueden tener la misma suerte que nosotros y que esté toda vacía para ustedes. Si tienen la posibilidad de ir en auto, hay un parking unas dos cuadras más adelante.
Un poco antes de llegar a la cascada está la Praia do Félix, una playa muy bonita, de aguas bien mansas y que, como tiene un poco de población fija, cuenta con servicios e incluso hospedaje en el lugar. Nosotros lo que hicimos fue pasar la mañana en la cascada y la tarde en la playa. No cometan la locura (que nosotros cometimos) de intentar ir caminando desde Prumirim hasta Félix porque son 2.5 km por la ruta y no es muy seguro porque es angosta y tenés el morro al costado por lo que no hay mucho margen de maniobra; mejor llevarse los horarios del Verdebus que para exacto en la cascada y en la entrada de la playa. Tuvimos la suerte de que luego de llevar unos 15 minutos de caminata, pasó el bus y nos paró aunque no era zona de parada. Y otra cosa, para llegar a la playa es una calle zigzagueante hacia abajo que está en muy buen estado pero son aproximadamente 1.5 km más que a la vuelta van a ser todos en subida. Acá, además de disfrutar la playa, es obligatorio tomarse una cerveza y comer alguna empanada en la Banca do Roberto que es básicamente un gazebo con mesas y sillas atendido por el mismísimo Roberto, un brasilero muy macanudo y que se cuelga a conversar un rato con todo el mundo.
Nuestro viaje siguió luego en Paraty, ya en el estado de Río de Janeiro, pero eso vendrá en un próximo post.
¡Gracias por leer!